Acabo de llegar del pleno de la Asamblea de Madrid en el que se han votado (en contra) las enmiendas a la totalidad presentadas por los tres grupos de la oposición. A la vez, esta mañana conocíamos las enmiendas parciales del PP (6 en total) en las que en vez de tratar el patrimonio modifican artículos referentes a casinos en la ley urbanística. Hoy, Día Internacional de los Monumentos y Sitios, era el marco perfecto para tratar estos temas y me han publicado una opinión editorial en Materia que os reproduzco abajo.
Si la tuviera que escribir ahora, no sé bien qué tono tendría... He intentado ser didáctico, pero después del despropósito de las últimas 24 horas ya no tengo ganas de jugar a la política. El descaro y el cinismo con el que se ha presentado y defendido hoy la ley me sobrepasan. Será hora de ir a dormir...
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(Texto publicado originalmente en Materia, el 18/04/13)
LA ARQUEOLOGÍA NO ES PARA EL VERANO
Tradicionalmente hemos entendido la arqueología como eso que
hacen unos chavales con sombrero y pincel durante el verano. He de decir que yo
nunca he usado pincel y hace mucho que no me pongo un sombrero, pero las que se
conocen como «excavaciones programadas» cumplían en buena medida con lo de la
estación estival. Supongo que por dos razones; el buen tiempo y las vacaciones.
¿Por qué? Normalmente estas intervenciones surgen de proyectos de investigación
universitarios con una financiación muy limitada. Los profesores y los alumnos
están ocupados durante el periodo lectivo y aprovechan los meses de verano para
seguir trabajando, normalmente sin sueldo, por el bien de la investigación.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que desde finales
de los años ’80 esta situación comenzó a complementarse en nuestro país con
otro tipo de intervenciones de un carácter totalmente distinto. Ya no eran un
profesor y sus estudiantes dentro de largos proyectos, sino profesionales
liberales contratados para cumplir una norma que terminó hinchando otra burbuja
junto a la de la construcción. Se le han dado muchos adjetivos; arqueología de
contrato, comercial, de urgencia, de salvamento, de obra, etc. cada uno
utilizado para resaltar alguna de sus características. El objetivo, era poder
documentar yacimientos arqueológicos antes de que una obra acabara con ellos.
Con el tiempo, la gestión evolucionó hacia lo que se conoce como arqueología
preventiva y trató de adelantarse a estos procesos con controles previos y
medidas correctoras. Nunca terminó de funcionar muy bien, pero fue un paso
adelante importante en la protección e investigación del patrimonio
arqueológico.
Esta arqueología, como decía, tiene poco que ver con la
programada. Para empezar, no se hacía sólo en verano, porque la construcción no
paraba con el mal tiempo. Además, la universidad nunca se terminó de integrar
en un proceso que siempre encontró «sucio». La financiación respondía a la
máxima medioambiental del “polluter pays” (el que contamina paga) y eran
promotoras y constructoras las que debían hacerse cargo de los costos como
parte de las obras. España no suele ser pionera en muchas cosas, pero en esto
lo fue. Las recién creadas Comunidades Autónomas no podían asumir la gestión de
un ingente patrimonio que crecía con cada seña de progreso. Se querían
construir todo tipo de infraestructuras y eso requería demasiados arqueólogos.
Por supuesto, ninguna de las administraciones se planteó asumirlos en sus
plantillas, por lo que se decidió subcontratar el servicio. Así surgimos muchos
de los profesionales que hoy nos dedicamos a esto, como parte de un triángulo
amoroso en el que no salíamos bien parados. Contratados por promotores que no
nos querían ahí, pero controlados por una administración que se había quedado a
medias.
Así llegamos a la crisis, precarios, odiados y al servicio
de un sistema que nos convertía en un mero trámite administrativo. Pero, al
menos, teníamos la oportunidad de documentar un patrimonio arqueológico que de
otro modo estaba condenado a la destrucción, en lo que ha sido siempre una
profesión vocacional. Porque, a pesar de que muchos de los yacimientos
documentados en los últimos veinte años terminaron igualmente enterrados bajo
toneladas de hormigón o directamente destruidos, lo importante, la información
que hoy nos hace replantear muchos de los supuestos de la historia tal y como
la entendíamos, fue recuperada. Este verano todo puede cambiar.
Y es que las leyes de patrimonio también tienen predilección
por la temporada estival. Desde que un 7 de julio de 1911 se promulgó la
primera ley que regulaba las excavaciones arqueológicas, la protección fue
creciendo hasta convertir a la arqueología en un trámite molesto. Los
profesionales de la arqueología llevábamos tiempo pidiendo una regulación más
clara de las intervenciones, que incluyera una verdadera arqueología preventiva
y estipulara unos mínimos que acabaran con la precariedad del trabajo, no en
los sueldos, que eso es otra historia, sino en las condiciones. Incluso
encontramos una brecha en la omnipresente ley Omnibus que podía ser de
utilidad. Nuestra sorpresa fue mayúscula cuando lo que nos encontramos fue un
borrador de anteproyecto que, en vez de fomentar la arqueología preventiva,
prevenía a promotores y constructores de la arqueología. Hoy ese borrador es un
proyecto firme en la Asamblea de Madrid y otras comunidades comienzan a mover
ficha.
¿Cuál es la gravedad de este proyecto? De entrada, que
incumple su primer artículo con el resto del texto… no protege, no conserva, no
investiga, no difunde y no enriquece. Por no ser extremadamente duro, diré simplemente
que todo queda en el aire a merced de la buena voluntad de los constructores,
que nunca han tenido demasiado tacto, y la extrema efectividad de una
administración que nunca ha sido demasiado eficiente. Más allá, es también
grave que contradiga otras leyes de mayor rango, e incluso el informe jurídico
que se hizo del texto. Casi todo el texto es mejorable y no sólo afecta al
patrimonio arqueológico, seguramente el peor parado, sino también al otro «hijo
díscolo», los inmuebles protegidos. Por ello, desde la Asociación Madrileña de
Trabajadores y Trabajadoras en la Arqueología, la Sección de Arqueología del
CDL de Madrid y Madrid, Ciudadanía y Patrimonio, llevamos meses trabajando para
intentar modificar la ley en un sentido más positivo para la protección,
investigación y difusión de un patrimonio que nos pertenece a todos. En
ocasiones es preferible quedarse con una ley anticuada, que por cierto, también
se aprobó en verano, un 9 de julio de 1998.
El Grupo Popular de la Asamblea de Madrid rechazará esta
noche las enmiendas a la totalidad que han presentado todos los grupos de la
oposición. Desde luego, viendo sus enmiendas parciales es algo casi seguro y especialmente
interesante siendo hoy el Día Internacional de los Monumentos y Sitios, que se
verían gravemente afectados por la nueva ley. Este día no se celebra en Madrid
de forma oficial, o al menos no recuerdo más actividades que las que prevé el
Ministerio de Cultura y las que hemos organizado desde Madrid, Ciudadanía y
Patrimonio. Podría haber sido una forma interesante de promocionar el Plan de
Yacimientos Visitables de nuestra región, en el que tanto se está invirtiendo,
o de abrir al público otros monumentos representativos de Madrid, que hay
muchos. En vez de eso, se ha programado un debate en la Asamblea que marca el
principio del fin de la protección del patrimonio tal y como la conocemos.
Hace casi un siglo el Conde de Romanones decía, «ustedes
hagan la ley, que yo haré el reglamento». Por desgracia, ni para bien ni para
mal nos podremos hacer eco de esto hoy. Es por todos sabido que las leyes se
interpretan y que rara vez se cumplen en toda su extensión. La ley del ’98 no
era perfecta y permitió desmanes como el del Parque Warner o la Terminal 4,
donde decenas de yacimientos quedaron enterrados bajo sendos proyectos de
infraestructura de mayor o menos éxito sin mayor trascendencia. El problema de
la nueva ley es que la documentación de esos sitios no habría sido necesaria,
como no lo será en el macroproyecto Eurovegas. Dicen que simplifica las
gestiones, pero no las de los profesionales del patrimonio, sino las de los
promotores. Por eso, salvo que alguno de ellos quiera construir sobre un
yacimiento ya catalogado (y la Dirección General de Patrimonio Histórico cumpla
con los plazos de información), la única arqueología que veremos en Madrid a
partir de ahora será durante el verano, siempre que alguien esté dispuesto a
seguir financiándola.
Para cometer este atropello se han utilizado dos argumentos
fácilmente desmontables; la burocracia y el desarrollo. En lo burocrático sólo
hacen falta más recursos, o gestionar bien los que se tienen. Con respecto al
desarrollo, la arqueología no es sólo una herramienta de conocimiento
histórico, sino también un valor de cohesión social, de educación y de crecimiento.
Haciendo bien las cosas, los proyectos constructivos no se detienen, como mucho
se retrasan. Pero más allá de esa coyuntura, una buena gestión del patrimonio
puede crear riqueza en sectores tan estratégicos en nuestro país como el
turismo. ¿Os es que alguien va a Roma por algo que no sea su patrimonio? Los
negocios se hacen en Milán. Egipto, Grecia, Perú, China, incluso capitales como
París o Londres son destinos turísticos basados en el patrimonio.
Eurovegas pasará con o
sin nosotros, que nadie tema por el trabajo prometido. Sólo queremos que pase
con nosotros. Con la oportunidad de seguir conociendo nuestro pasado y
enriqueciendo el patrimonio madrileño, en consonancia con la legislación
nacional e internacional. Porque la arqueología no es sólo para el verano, ni
se dedica sólo a parar obras y a excavar. La arqueología es otra de esas
actividades de investigación que innova y que produce. No dejemos que nos
engañen.
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