Hoy, día 1 de mayo, se celebra el día del trabajo por todo el mundo. Este año coincide con otros eventos, como el día de la madre y la beatificación de Juan Pablo II. Media España estará mirando para otro lado.
De cualquier modo hoy toca hacer la reflexión de rigor. La de los 5 millones de parados que no salen a la calle. La de una economía patas arriba y sin vistas a una recuperación temprana. La de una crisis que pagamos todos, menos los que la tienen que pagar.
Ya he tratado en este blog los problemas de nuestra disciplina y no es cuestión de volver sobre ellos. Para eso está el archivo. Hoy me quiero detener sobre todo en la desmovilización de nuestra sociedad y nuestro colectivo, además de la falta de una verdadera idea de colectivo.
Ante el momento que estamos atravesando es más importante que nunca estar juntos y más cercanos a la sociedad. En lugar de ello, seguimos poniendo por delante de nuestros intereses como colectivo las rencillas e intereses personales. Por ese camino, sólo podemos ir a una ruina mayor.
Hoy es un día en el que todos y todas deberíamos salir a la calle a protestar por el trabajo precario y que la mayoría no podemos disfrutar, aunque sea por solidaridad. En vez de ello, muchos pasarán la tarde en la terraza de un bar tomando una caña.
No me voy a extender, porque no tengo muchas ganas de escribir y no estoy muy motivado, más bien estoy triste. Simplemente remarcar estas ideas con la esperanza de que poco a poco vayamos actuando más y mejor en defensa de nuestra vida y de una arqueología diferente.
¿Qué más necesitamos para reventar? Parece que estamos en una olla a presión con el pitorro y lo único que hacemos es quemarnos y consumirnos. Hoy no habrá muchos arqueólogos en la calle y estaremos difuminados entre el resto de la gente y los gritos sindicales. Pero pronto habrá que salir y hacer ruido. Si no es que la cosa no va tan mal, que todo funciona bien y tenemos unos trabajos fabulosos.
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