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Resulta que la arqueóloga portuguesa Elin Figueredo, especialista en arqueometalurgia, es amiga de la diseñadora portuguesa Alexandra Moura. La amistad llevó a la curiosidad, la curiosidad al interés y el interés a la colección para este verano que se presentó hace poco en Lisboa.
Más allá de la anécdota en sí, me gustaría destacar una parte de toda esta historia, que es la manera en la que la diseñadora se expresa sobre su inspiración y la propia arqueología con claridad y sencillez, transmitiendo ideas complejas como si no lo fueran. Integrando la belleza de una imagen del pasado en un vestido del futuro.
Hay que dar otro olé al CENIMAT (el centro donde se tomaron las imágenes) por respaldar la iniciativa e incluso publicitarla.
En definitiva aquí tenemos otra manera cuanto menos curiosa, y desde luego efectiva, de integrar arqueología y sociedad.
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