Cuando el equipo llegó a excavar el último reducto suicida de la Batalla del Ebro tenían permiso para todo, incluidos los restos humanos. La suerte trajo consigo a un brigadista caído en combate en la trinchera, tal cual. Normalmente eso es un motivo de alegría para un arqueólogo. La posibilidad de estudiar una fotografía de un momento concreto en la historia, perfectamente situado y en su sitio. En este caso ha traído consigo un culebrón político vergonzoso.
El equipo no viene de Marte, son científicos del CSIC y la UB con un gran bagaje en el estudio y puesta en valor de restos de la Guerra Civil. Investigadores contrastados a los que la Generalitat ha robado parte de su registro arqueológico con un discurso político típico del nacionalismo más rancio y de la ignorancia más absoluta... "los españoles que nos quitan nuestros muertos catalanes" (seguramente Charly era un brigadista, lo de 'españoles' ni lo miento), "si es un muerto nos corresponde a nosotros estudiarlo" (sólo si aparece en una fosa, lo cual no es el caso), etc.
La reflexión, sencilla... ¿Qué coño pasa en nuestro país para estos episodios sigan teniendo cabida? ¿Cómo podemos seguir arrastrando esos tópicos absurdos, paletos y retrógrados del nacionalismo en el siglo XXI? ¿De verdad la clase política es tan egoísta e ignorante?
No es hora de meterse con las transferencias de competencias, las competencias dobladas, las competencias olvidadas y la incompetencia; pero dentro de un discurso en el que se busca recobrar la memoria represaliada, ¿dónde caben estas actuaciones? En un discurso donde los políticos se llenan la boca con innovación y excelencia ¿qué pintan estas trabas tan absurdas a la investigación?
Esto no funciona...
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