Son muchas preguntas para un solo título.
En una de las primeras entradas del blog denunciaba la mala educación arqueológica que sufrimos en este país (a pesar de lo cual tenemos algunos de los mejores profesionales). Hoy lo analizaré en profundidad.
Siempre que comento la necesidad de enseñar Arqueología en la escuela dentro de un modelo de enseñanza que ha eliminado incluso la Prehistoria, la gente me tilda de loco. Pero voy a intentar exponer las razones porque no lo estoy.
Pese a que como otras cosas que nos enseñan en la escuela, la Arqueología tiene una aperente vocación profesional, bien enseñada va mucho más allá y permite fijar toda una serie de conceptos que hoy están muy de moda en nuestro sistema educativo. Educa en aptitudes y valores, enseña conceptos complejos como el tiempo, la multicausalidad o la interrelación de las cosas. En definitiva, enseña lo que es y ha sido la vida. De hecho, llevandolo al límite creo que si a un niño se le enseñara sólo Arqueología, en toda su extensión, aprendería más que con el sistema actual. La Arqueología sirve para practicar matemáticas, física, química, biología, historia, educación física (esta va con trampa) e incluso religión para todos aquellos que se hagan objetores en educación para la ciudadanía.
Pero dejando las bromas a un lado, me parece un enorme error la ausencia de unos temas (tampoco tantos) de vez en cuando que nos recuerden lo que hemos sido antes de que los romanos nos trajesen la incivilización, y cómo lo hemos averiguado. Tal vez así los editores de la Kalipedia no cometerían los errores que cometen y los productores de Hollywood no nos colgarían dos pistolas y un ejército de fantasmas y maldiciones.
Y todavía no hemos entrado en la Universidad...
PD. Por si alguno de la Kalipedia lee esto. Espero que lo esteis enmendando...
1 comentario:
Creo que muy difícil aplicar lo que propones, pues las "nuevas" propuestas educativas defienden la cultura tecnológico-científica en detrimiento de las humanidades. Los conocimientos de todas las materias se proyectan pensando en lo práctico de la vida cotidiana, y siempre a corto plazo.
No interesa mirar al pasado. Y así nos va, claro, tropezándonos con las mismas piedras
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